domingo, 23 de junio de 2013

Para todos los padres

Esta historia es real. 

En los años 72 - 75, en Mazatlán, Sinaloa, El Gobierno federal inicio una campaña contra el narcotráfico. La llamó Operación Cóndor. El capitán de Infantería Severo Durón Aguilar era miembro del 11 Batallón, era un militar distinguido, con excelente espíritu de servicio, leal, hombre de mucho valor y agallas, tenía su familia y un hijo a quien adoraba y se sentía muy orgullos de él, se llamaba Jacob.
En una operación en contra del narcotráfico, al llegar a un plantío de marihuana cerca del poblado Limón de los Castañedas, en el Estado de Sinaloa, fuero recibidos a tiros por gente desconocida; el Capitán que, como siempre, iba al frente de los soldados, fue herido en el tobillo derecho, fue trasladado en helicóptero al Hospital Militar de Mazatlán; esta lesión provocó que el valiente militar caminara con dificultad y por este motivo le dieron de baja del ejercito.
El Capitán no quería vivir en la ciudad y compró un ranchito a las afueras de Mazatlán, cerca del poblado Urias; allá se estableció con su familia; Jacob estudiaba en Mazatlán y si papá lo llevaba a diari a la la escuela; el niño era excelente estudiante; ya en la secundaria, el joven se presentaba bien alineado, bien peinado, zapatos limpios, uñas cortadas limpias; en fin, el vivo reflejo del padre cuando estaba activo en las Fuerzas Armadas. La mamá de Jacob, excelente mujer y el ex militar, se desvivían por enseñar bueno modales a su único hijo, a comportarse en sociedad, a caminar con la mirada al frente, con la cabeza en alto, a ser responsable, honesto y de buenos sentimientos.
En el bachillerato Jacob perdió a su madre, quien sufrió un ataque cardíaco, y se quedó solo con su padre.
El ex militar, por respeto a su amada esposa y por el cariño y respeto por su querido hijo, no se volvió a casar, y junto a su hijo continuó su vida normal.
A los 22 años, Jacob se hizo de un amigo llamado Leo, y aquí inicio el problema, este leo vivía solo con su madre, ya que el padre los abandonó cuando él tenia 9 años; la mamá tenía que y trabajar para cubrir los gastos de la casa; Leo nunca fue buen estudiante y ya se tomaba sus cervecitas; era rebelde y no hacia mucho caso a su madre; empezó a influir en la conducta de Jacob; leo se dio cuenta que el papá de Jacob siempre estaba pendiente de él y no le daba la libertad que él tenia; empezó a decirle a Jacob que no se dejara manipular por su padre, que él ya tenia mayoría de edad y debía decidir solo lo que haría con su vida. Un día Jacob invitó a cenar a su casa a su inseparable amigo Leo, el ex militar, después de tratar y hablar algunas horas con Leo, detectó que la amistad de este joven no le convenía a su hijo, pro prudentemente no le hizo ningún comentario a Jacob, pues pensó que él se daría cuenta con el tiempo.
Después de esa cena, leo se dedicó con más entusiasmo a fastidiar a Jacob; fue tanta su insistencia que Jacob mostró un gran cambio de actitud hacia su padre; siempre que llegaba en las noches acostumbraban cenar juntos, pero Jacob empezó a despreciar las cenas, decía que t¡ya había cenado en la calle y así inicio un distanciamiento lento, pero doloroso para el ex militar.
Llegó el cumpleaños del papá de Jacob; ese día se fue más temprano y no felicitó a su papá; nunca jamás había hecho esto; el ex militar no le dio importancia al suceso y pensó que su hijo tenía demasiados pendientes en la universidad y que se le había olvidado; en la noche el ranchito estaba bien iluminado y don Severo preparó unos ricos chilaquiles verdes que sabía le encantaban a su muchacho y compró un pastelito; el muchacho llegó tarde y, al parecer, había tomado; al ver en la mesa los platos con chilaquiles empezó a gritar a su papá; ya estoy harto de que me hagas de cenar, ya te dije que ceno en la calle, y de dos manazos tiro al suelo los ricos chilaquiles; nunca se acordó que cumplía años el hombre que lo quería más que a su vida; con la misma se fue a su cuarto aporreando la puerta y dejando a su padre muerto de llanto, tembloroso, con el alma destrozada.
Al día siguiente, Jacob se levantó, se arregló, vio que en el comedor estaba la comida que había tirado en la noche anterior, y en la mesa no vio su desayuno, que su padre le preparaba todos los días; buscó a su papá en su recámara, en el patio, en el corral; nada; oyó que los marranos estaban muy inquietos y fue a verlos; al acercarse vió a su padre tirado junto con los marranos en el lodo, en el chiquero; el muchacho quedó paralizado por unos segundos; ya que se repuso, gritó: ¿Papá, papá qué haces allá, qué haces allá?.
El espectáculo era tremendo; el ex militar, irreconocible, le respondió llorando; aquí en el chiquero no te molestará nunca más. El muchacho, arrepentido de lo que había hecho la noche anterior, abrazó fuerte a su padre y le ofreció perdón; le confesó que se había dejado llevar por malos consejos de una mala amistad; cargó a su papá y lo llevó al baño para asearse y le dio ropa limpia. Jacob preparó unos ricos huevos a la mexicana, que sabía le gustaban a su padre; lo felicitó muy efusivamente por su cumpleaños, y le dijo: ¿Te confieso algo, padre? Tú eres mi mejor amigo; te lo juro; nunca tendré en la vida un amigo como tú. Después del rico desayuno, Jacob con otra visión de lo que es la verdadera amistad, se fue a la universidad; en cuanto tuvo al frente al mal amigo Leo. Lo agarró del cuello y mirándolo fijamente a los ojos le dijo: No quiero ser ya tu amigo; no te me acerques nunca más.
Años después, Jacob formó su propia familia; tuvo dos hijos varones, a quienes siempre les decia; sus mejores amigos somos yo y el abuelo Severo.

Mario Góngora Flota "El Sapo"
Publicado; Por Esto! Lunes 17 de junio de 2013.


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