sábado, 10 de noviembre de 2012

GRANDES ENIGMAS

¿MURIÓ JUANA DE ARCO EN LA HOGUERA?

El 30 de mayo de 1431 fue quemada públicamente una joven en Ruán, ciudad de Francia situada a escasos cien kilómetros al noreste del París, en la desembocadura del Sena. Su nombre había sido en vida Juana y desde hacía un año la llamaban también la <Doncella de Orleáns>. Los clérigos que la condenaron a muerte en la hoguera esperaron hasta el último instante, se dice, que el diablo en persona acudiera a salvarla de las llamas, Y cuando los verdugos mostraron a la multitud los restos medio calcinados de la victima, dejaron escapar todos los espectadores un suspiro de alivio. 
¿Que espantoso crimen había cometido Juana para que la Iglesia se hubiera ensañado con ella de manera tan despiadada?. ¿Por qué no se presentó nadie a tenderle una mano para salvarla, a pesar de que la joven acababa de liberar una buena parte del territorio francés del dominio inglés, iniciado a partir de la famosa Guerra de los Cien Años?.

Fueron años ricos en profecías

Un personaje casi legendario que vivió en la corte del Rey Arturo era temido por todos los buenos súdbitos de su majestad a causa de sus extraños poderes y en especial, porque sabía predecir el futuro. Una de sus profecías se refería a un desastre que sucedería un día al otro lado del Canal de la mancha.
Se llamaba Merlín y fue conocido también como el Mago o el Tenebroso Merlín, Había declarado que una mujer pecadora hundiría el reino de los francos y que una doncella llegaría un día a salvarlo por medio de un milagro. El señor Merlín jamás especificó nada acerca de la fecha en que se cumplirían sus dos profecías, ni supo decir quiénes serían las dos damas. Nada sucedió durante los siguientes siglos, hasta que en 1420 tuvo lugar un acontecimiento que podría relacionarse con la señora pecadora.
resulta que, por culpa de Isabel de Baviera, la reina adúltera, Francia tuvo que ceder a Inglaterra una porción importante de su territorio, en el curso de la Guerra de los Cien Años. Los franceses algo más instruidos supieron entonces que se había cumplido la primera profecía merlinesa. Ahora tendrían que esperar pacientemente el arribo de la doncella que salvaría su soberanía, como se dice en nuestros días. En 1426, una tal María de Aviñon, que recorría Francia anunciando la pronta llegada de la doncella, se presentó un día en el castillo de Chinon y pidió ver al príncipe Carlos, hijo de la adúltera.
Mientras esto sucedía en Chinon, una muchacha de catorce años comenzaba a inquietar a sus vecinos en el pequeño poblado de Domrémy, en Lorena. Se llamaba Juana y decía a quien quisiera escucharla que conversaba a diario con los santos y los ángeles, cuantas veces lo venía en gana. Y si bien al principio los vecinos tomaron a broma sus pretendidas entrevistas, no tardaron las autoridades en inquietarse. No querían tener dificultades con nadie.
Algunas personas echaron la culpa de todo a las historias que la niña solía escuchar de labios del señor cura, sobre la vida de las santas. pero, ¿fueron aquellos relatos y otros que leyó Juana en los libros de estampas -noticia algo absurda, pues se dice que era analfabeta- lo que inflamó su imaginación, al punto de creerse una heroína escogida por el Cielo para realizar hazañas prodigiosas? Curiosamente, los personajes a los que se dirigía en sus entrevistas y de quienes escuchaba sus palabras eran los mismos que figuraban en los libros de estampas: santa Margarita, santa Catalina y el arcángel Miguel.
Cuando creció más de lo tolerable el número y frecuencia de las entrevistas celestiales, el clero no tuvo más remedio que intervenir. Aquello era demasiado. Amenazó a Juana con la excomunión y hasta exorcizarla, si era preciso. Los seres con los que hablaba la muchacha sólo podían ser demonios del infierno. ¡Los santos de verdad jamás se molestan en sostener diálogos con una niña tonta!


Juan gana adeptos a su causa



Nada obtuvo el cura de Domremy al amenazar a Juana. Por el contrario, vistió la joven ropas masculinas y se dirigió al vecino pueblo de Vaucouleurs, donde ganó a su primer adepto para la causa libertadora: el capitán Robert de Vaudricourt. ¿De dónde sacó Juana la certeza deque era la doncella anunciada en la vieja profesía?. ¿Alguien, cuyo nombre no ha conservado historia, se lo dio a entender? ¿Fue en los relatos escuchados en su infancia que halló el camino a seguir?

Lo único que puede decirse es que la joven fue recibida con cierto recelo por el clero a su paso por los pueblos de Francia, así como los campesinos la miraban con respeto temeroso, y que llegó finalmente a las puerta del castillo de Chinon, situado cerca de Tours y del río Loire. Pidió entonces al capitán de Vaudricourt que llevase un mensaje al Delfín de Francia, es decir, al príncipe heredero; ella había sido elegida para salvar la ciudad de Orleáns del asedio inglés, después de lo cual haría coronar a Carlos en la catedral de Reims. ¿No era para pensar que aquella joven ataviada con ropas hombrunas se había vuelto loca o que era una farsante?
Sin embargo el Delfín se mostró dispuesto a recibir a la joven, pero sólo con intenciones de burlarse de ella. El 6 de marzo de 1429 entró Juana en el salón de audiencias, ocupado por una multitud de cortesanos. carlos se había escondido, dice la historia, detrás de varias hileras de nobles, seguro de que Juana se desconcertaría y haría un papel tan ridículo que correría al instante a su Domrémy natal, muerta de vergûenza . pero no fue así. Al parecer, la joven se encaminó sin titubeos hacia el rincón donde se ocultaba el delfín y le dijo unas palabras al oído. Jamás aclaró Juana en qué consistieron las palabras ni cómo pudo identificar a carlos, a quien no tenia el gusto de conocer. pero dijo en voz alta algo sobre unas voces que la guiaron hasta el lugar donde se encontraba el futuro soberano de Francia. Y volvió a afirmar que muy pronto llegaría a Orleáns y que sería traicionada por sus compatriotas, el siguiente año. 
¿Fue Juana una santa de verdad, una mujer enviada por el Cielo para ayudar a los virtuosos franceses a defenderse de las asechanzas de los malvados ingleses, como afirmaría más tarde la Iglesia en Francia? ¿Fue tan sólo una mujer dotada con poderes que en la actualidad se llamaría psíquicos, según es opinión de quienes saben de estos temas?


Los ingleses abandonan la Ciudad de Orleáns



De vez en cuando nace en el mundo un ser dotado con facultades aparentemente inexplicables, que comienza por asombrar a sus congéneres y termina haciendo de sus dones un negocio. Así sucedió hace años con Uri Geller y aún más tiempo con Jeanne Dixon, la profetisa norteamericana que anunció la muerte de John F. kennedy cuando todos en estados Unidos sabían que su vida estaba en peligro. Y a fines del siglo pasado vivieron hipersensitivos como el escosés daniel Palladino Home, la italiana Eusapia Palladino y otros que permitieron a los científicos estudiarlos a placer.

pero en los tiempos de Juan de Domremy no sucedía así. se miraba con recelo a quienes poseían poderes paranormales. La iglesia quemó a numerosos médiums, en especial mujeres, acusados de practicar la brujeria. Y estos poderes, dice la ciencia, se transmiten por herencia biológica. En algunos países donde la Inquisición no encendió hogueras en las plazas públicas, abundan los seres dotados con esas facultades psíquicas: Polonia, Austria, Rusia y Holanda, entre otros. Pero a Juan de Arco jamás la contemplaron sus paisanos con admiración por tan notable sensibilidad, sino que la consideraron con temor. En especial aquellos que, por razones de alta política, estaban a favor de los ingleses. 
Porque resulta que la Doncella fue a liberar, finalmente, la plaza de Orleáns. Y lo hizo en circunstancia por demás sorprendentes. En primer lugar, antes de lanzarse a la batalla al frente de sus hombres, en contra de los deseos del perplejo Delfín, se dirigió a las fortificaciones ocupadas por los enemigos y los conminó a abandonarlas si no querían verse en muy serias dificultades. Y como sir William Gladsdale, comandante de las tropas inglesas, tomara a burla las palabras de la joven, le le anunció ésta que no sobreviviría al combate. 
La operación orleáns se inició la noche del 28 de abril de 132, cuando Juana ordenó a su ayudante Gilles de Rais - el mismo que años más tarde ganaría muy triste celebridad al asesinar a cientos de niños y pagaría por ello en el cadalso - que llevara por el río Loire al primer grupo de hombres. Debían alcanzar un punto de las murallas que no tenían vigilado los ingleses. Y entonces sucedió lo increíble, casi un milagro; descendieron las aguas del río, sorpresivamente, lo que permitió el rápido ingreso de los franceses en la ciudad amurallada, donde fueron recibidos con júbilo por la población. ¿Se consideró milagroso lo que pudo haber sido, en realidad, la ruptura de un dique levantado río arriba por la heroína unas horas antes de iniciar el asedio? La historia jamás se ocupó de aclarar este punto. 
Los franceses dieron buena cuenta de sus enemigos desconcertados, que vieron aparecer, de impreviso, lo que tomaron por un se sobrenatural esgrimiendo una espada. Uno de los primeros ingleses en caer fue, como era de suponer, sir William Gladsdale; y no fue su muerte la única que Juana había anunciado. Murió un soldado que cometió el error de intentar violar a la Doncella, así como el duque de Alencon, que era de los buenos, salvó la vida cuando Juana le rogó que se retirase de  un lugar a donde una bala de cañón iría a caer segundos después. 


El Delfín es coronado en Reims

No fue ésta de Orleáns la única victoria obtenida por aquella Doncella de orleáns. Mientras tanto, Carlos callaba y esperaba. Se enteró de que el pueblo de Patay había caído en manos de los franceses y que la ciudad de Reims no pertenecía ya al enemigo. Por fin, en la segunda semana de julio sucedió lo que nadie pudo imaginar para ser coronado como Carlos VII por el arzobispo Régnault de Chartres. Se cumplía otra profecía de Juana. 
No todos en Francia recibieron con alegría los triunfos de la Doncella. El clero estaba indignado, porque la joven les quitaba popularidad. Alguien recordó entonces que la región católica prohíbe la práctica de adivinación y se inició de inmediato una campaña de descrédito de Juana ante el nuevo soberano francés, a quien acusaron de proteger a una hechicera. El desaliento se apoderó de la heroína al ver que perdía gradualmente el favor del rey y que dejaba de obtener victorias en el campo de batalla. Solicitó permiso para retirarse a su pueblo natal. Imposible. Se había convertido en un elemento peligroso para la seguridad del Estado, decidió Carlos VII. Había que hacer algo con la joven. 
Encontrándose el 24 de mayo de 1430 cerca de Compiegne, ese lugar cercano a parís donde cinco siglos más tarde se firmarían los armisticios de 1918 y 1940, los acompañantes de la Doncella la abandonaron repentinamente, como respondiendo a una consigna secreta. La joven se vio rodeada de soldados enemigos. Su carrera militar había terminado. 
Juana sobrevivió sólo una año a su captura. El tribunal que la juzgó la condenó a perecer en la hoguera. ¿Fue víctima de la ignorancia de la época o de las intrigas políticas y de ciertos intereses mezquinos? ¿Sufrió la venganza de un clero corrupto que veía con desagrado a la joven apartarse de la Iglesia, poniendo en peligro a la institución? ¿Se la miraba con el temor por se dueña de maravillosos dones espirituales que nadie era capaz de comprender?
Cinco siglos y medio han transcurrido desde que Juana de Arco, Doncella de Orleáns, murió en la pira funeraria, y a pesar de que la Iglesia reconoció finalmente en ella a una heroína y la convirtió en santa, siguen las dudas en cuanto a si fue o no una bruja...
En 1235, el papa Gregorio IX había creado el Santo Oficio de la Inquisición para extirpar de raíz lo que se consideraba herejía y hechicería. Se promulgaron diversas bulas para acabar, en toda la cristiandad, con las brujas. pero lo único que se consiguió fue que crecieran en número, de tal manera que otro papa, Inocencio IV, se vio forzado en 152 a autorizar la tortura de los acusados, para obtener su confesión. Veinte años más tarde era quemada públicamente en la ciudad de Toulouse, en el sur de Francia, la primera mujer acusada de practicar la brujería. Y a ésta no tardarían en seguirla muchas de verdad y otras que no por asomo practicaron jamás la hechicería . Unas poseían algún que otro don que no tienen las personas normales y otras eran tontas de remate. 

¿Fue quemada Juana por motivos políticos?

Desde que la humanidad existe, ha sido recurso sumamente provechoso librarse de quien no se estima por medio de una oportuna denuncia y a ello contribuyó antaño el hecho de que los acusadores tenían derecho por ley a quedarse con una parte de las propiedades de la victima, mientras pasaba el resto a engrosar las arcas reales o municipales. A veces no era el dinero lo que se buscaba, sino quitar de en medio a un enemigo político, como sucedió con Jacques de Molay, gran maestre de la Orden Templaria; fue quemado en 1314 por orden de Felipe el hermoso, temeroso del poder adquirido por los templarios. Y algo por el estilo debió suceder un siglo más tarde, cuando las acusaciones en contra de Juana condujeron a su muerte en la plaza del mercado, en Ruán. ¿Murió Juana por motivos netamente políticos o quienes la condenaron a la hoguera lo hicieron convencidos de que libraban a la humanidad de una bruja peligrosa?
Todo permite suponer que la respuesta a ambas preguntas sería afirmativa, así como puede añadirse que en la condena de Juana fue decisiva la ignorancia del pueblo, incapaz de comprender los poderes paranormales de la Doncella, tanto como la intervención de ex-obispo Pierre Cauchon. Había sido rector de la Universidad de parís hasta 1420, cuando lo nombraron obispo de Beauvais, población situada a corta distancia de la capital francesa. 
Al poco tiempo de ocupar de la diócesis estaba dedicándose ya a intrigar a favor de los ingleses. Fue expulsado del obispado por orden del delfín y tuvo que andar de un lado para otro tratando de ganarse la vida. Finalmente, en mayo de 1430, recibió de manos de duque de Borgoña, otro traidor vendido a los ingleses, la prisionera Juana de Arco, que acababa de ser capturada. Había llegado el momento de demostrar a los invasores cuán grande era su apoyo incondicional. Si llevaba la prisionera hasta ellos, sería recompensado con el arzobispado de Ruán. 
Y encontrándose Juana prisionera en una torre de Ruán, se lanzó al vació y aunque sólo recibió contunsiones leves, la reacción general fue de indignación. Si la joven pretendió quitarse la vida, se dijo, era porque renegaba de Dios. Sólo una bruja era capaz de cometer ese crimen. En consecuencia, para evitar que volviese a cometer un acto tan poco cristiano, hubo que acelerar el proceso, en el curso del cual pronunció la acusada palabras tan ricas de sensatez que Cauchon temió por su futuro. decidió averiguar si la joven era tan doncella como afirmaba.
La duquesa de Bedford entró el tercer día en la celda, acompañada por dos damas de la nobleza, e informó sobre el examen practicado a la prisionera; era doncella, en efecto. Es decir, que no podía ser acusada de bruja, porque era requisito indispensable haber cohabitado con el diablo.  El dictamen significó otro golpe para Cauchon. Sugirió suspender el proceso durante algún tiempo, mientras encontraba otras pruebas que hundieran a la acusada. 
El proceso se reanudó el 21 de febrero de 1431, pero como viera el ex-obispo que algunos jueces se mostraban reacios a condenar a quien consideraban inocente, los despidió y decidió proseguir el juicio en el calabozo, en presencia del inquisidor Jean Le Maistre, del promotor de la fe Juan d'Estivet y del sustituto Juan Beaupere. Se afirmó entonces que Juana no hablaba con los santos, sino con los demonios, y que en cierta ocasión desenterró una raíz de mandrágora con la que preparó fórmulas mágicas que servirían para ponerla en contacto con los espíritus malignos. pero fueron inútiles los esfuerzos por lograr que la joven confesar sus crímenes. Si la acusaban de haber vestido ropa masculina, respondía que fueron los ángeles quienes se lo ordenaron. Si le preguntaban si los ángeles andaban desnudos, contestaba que Dios no carece de medios para vestirlos.
Acusaron entonces a Juan de incurrir en el pecado de escándalo, al vestirse como hombre, ¿Y quién, sino el propio diablo, iba a ordenar tal cosa? Y al empuñar la espada, ¿acaso no realizaba la joven un acto de magia ceremonial? Y si montaba a caballo, ¿no era que cabalgaba en el corcel como si fuera la escoba que la conduciría a las reuniones del aquelarre? Estas y otras acusaciones igualmente absurdas formarían la larga relación de cargos que se presentó más tarde a la Doncella. Además, era blasfema, falsa profetisa, invocadora de espíritus satánicos, cismática, indecente, seductora de príncipes y vanidosa. Es decir, que los acusadores tenía ante ellos a una criminal depravada.
De repente, de manera inexplicable, desapareció la acusación de bruja, que no había servido para nada, y fue sustituida por la de hereje, que sí era terrible. En tal caso, se imponía el tormento para obtener la confesión. Se convocó al verdugo, pero no tuvo que intervenir. Ante la instancia de Cauchon y la promesa de perdón si confesaba, Juana se prestó el 24 de mayo a admitir que había vivido en el error y deseaba regresar a la San ta Iglesia. La obligaron entonces a firmar un documento, so pena de ser quemada de inmediato. Y cuando Juana hubo estampado una cruz de manera de firma, la Iglesia la perdonó. Solamente la castigó a permanecer en prisión el resto de sus días. 

Nace la increíble leyenda de Juana

Sin embargo, y a pesar de muchas promesas hechas a Juana por Cauchon, la acusada fue conducida el 30 de mayo a la plaza del mercado. Por el camino, el pueblo entero tuvo ocasión de escucharla hablar. Mencionaba unas voces que le decían que no tardarían en ser vengada. 
Colocaron sobre su cabeza una mita infamante con las palabras <hereje, idólatra, apóstata>. La hicieron subir a lo alto de un montón de leña, para que las llamas tardasen más tiempo en alcanzar a su cuerpo y se prolongase el martirio. Encendieron la hoguera. 
¿Intuyo Juana que muy pronto sería vengada su muerte injusta? ¿Fue sólo una coincidencia que el ex-obispo Pierre Cauchon muriese de repente, muy poco tiempo después, mientras lo atendía su barbero? Jean d'estivet pereció de lepra. Micolás Midi, juez del tribunal que dirigió a Juana a la hoguera unas palabras llenas de rencor, cayó a una alcantarilla y lo devoraron las ratas.
En cuanto a Carlos VII, mostró gran indiferencia por el destino de aquella que le había devuelto el trono. Tal parecía que todos en Francia se alegraban por la muerte de la Doncella de Orleáns. ¿Por qué quiso interceder el rey para fuera perdonada? ¿Sería porque le desagradaba saber que fue gracias a una hechicera que recobró el reino perdido por culpa de su madre adúltera?
¿Fue Juana víctima de oscuras intrigas palaciegas? ¿Conoció algún secreto real y fue quemada para que no lo fuera a divulgar? ¿Se convirtió en victima de la superstición de la época, porque el pueblo miraba a quienes poseían facultades psíquicas como si fueran vulgares brujas?
Y, por último, ¿murió realmente Juana en la hoguera, como afirman los libros de historia, o sacaron de la celda a otra mujer que ocupó su lugar en la pira?
Curiosamente, ocho años después del drama de Ruán, se presentó en la ciudad de Orleáns una dama que fue reconocida al instante como Juana por las personas que tuvieron ocasión de conocerla en el castillo de Chinon y por su propia madre. El 30 de julio de 1439, la población de Orleáns agasajó a la joven de veintisiete años con un banquete y así consta en los registros de la casa consistorial. ¿Era en realidad la Doncella la persona que se presentó en la ciudad por ella recuperada? ¿se trataba de un fraude hábilmente urdido?
No era la primera vez que aparecía esta misma joven después de su supuesta muerte. En mayo de 1436, es decir, cinco años después de <perecer> en la hoguera, había sido vista en Metz, población cercana a Domrémy. Algunas personas la reconocieron de inmediato, entre ellas los dos hermanos de la heroína, Jean y Pierre de Lys. A nadie se le ocurrió entonces pensar que la desconocida estuviese burlándose de la gente. Y curada de su vieja afición a vestir ropas masculinas, se dijo que la joven casó el 7 de noviembre del mismo año con el señor de Amboises. El matrimonio visitó Orleáns años más tarde y ella fue reconocida por varios vecinos de la ciudad, entre ellos Gilles de Rais, su antiguo compañero de armas, a quien no le daba aún por matar niños.
Sin embargo, se cuenta que la señora de Amboises fue desenmascarada el siguiente año y que se mostró muy arrepentida ante los magistrados de París. Declaró en su defensa que se había hecho pasar por la heroína, halagada al ver que algunas personas se habían fijado en su notable parecido con la Doncella.
pero hay algo más en torno a Juana de arco. existe una curiosa creencia que se refiera a su nacimiento. Se decía que no era hija de campesinos, sino una bastarda real, fruto de los amores adúlteros de Isabel de Baviera, madre del Delfín de Francia, con su amante de turno, Luis de Orleáns.
¿Tenía conocimiento, el que sería coronado en julio de 419 en la catedral de Reims como Carlos VII, que la joven que le habló al oído en el castillo de Chinon era su hermanastra y que podría significar un serio peligro si triunfaba en demasiadas batallas y adquiría un prestigio que él, como rey, jamás lograría alcanzar?

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